Laëtitia o el fin de los hombres. Ivan Jablonka


Investigación periodística, novela o biografía, un poco de esto es Laëtitia o el fin de los hombres. Se lo ha comparado con A sangre fría y con El adversario, tal vez pensando en las implicaciones personales de los autores con su objeto de investigación (y siempre se olvidan de mi faro, Rodolfo Walsh). No está mal.

Jablonka escribe un libro que es de todos los géneros menos de ficción. Nos relata un femicidio y disecciona una época desde otra, una generación desde otra (su análisis de las redes sociales, y hasta de la ortografía de Laëtitia me resultan muy novedosas, pero también muy esperadas), un sistema judicial y político (el criminopopulismo), un sistema social y de ayuda social.

Y lo hace desde su condición de varón blanco acomodado y francés y no es poco (no es poco que algunos puedan ver que en alguna de esas condiciones existe un privilegio frente a su alteridad, por ejemplo las mujeres).

Estos libros no dan placer: leer conmociona, producen muchos sentimientos, pero el placer no está entre ellos. Envidia sí, mucha.










Ivan Jablonka. Laëtitia o el fin de los hombres. Anagrama, 2017 (2016)

Resumen de la editorial:
Laëtitia Perrais tenía dieciocho años cuando fue violada, asesinada y descuartizada la noche del 18 de enero de 2011. Dos días después, la policía detuvo al asesino, pero este se negó a confesar dónde había escondido el cadáver, que tardó semanas en aparecer. El crimen llegó a los periódicos y conmocionó a Francia. De ahí saltó a la política, y el entonces presidente Nicolas Sarkozy, en un gesto de oportunismo populista, apuntó hacia los jueces y las fisuras del sistema judicial, porque el asesino acumulaba un largo historial de detenciones previas.
Recomponiendo las piezas del puzle, este libro desgarrador aborda el macabro crimen, la reacción política, social y judicial, la personalidad del asesino y la investigación policial, pero sobre todo reconstruye la historia de la chica asesinada a través de sus mensajes en las redes sociales, del testimonio de su hermana gemela y del entorno en el que vivió. Y aparece la figura de alguien que llevaba mucho tiempo padeciendo la violencia masculina: hija de un padre que abusaba de su mujer, adoptada por una familia cuyo progenitor violó a varias chicas, incluida su hermana, Laëtitia ya era, mucho antes de saltar a los titulares de los periódicos, una víctima.
En parte crónica de sucesos, en parte novela de no ficción en la estela de A sangre fría y El adversario, en parte historia, sociología y denuncia política, este libro inquisitivo y perturbador recibió en 2016 el Premio Médicis y el Premio Le Monde.

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Mentira y sortilegio. Elsa Morante


A Elsa Morante le debemos, entre otras cosas, que Elena Ferrante nos regalara su literatura. Que una de las primeras lectoras que tuvo esta novela haya sido Natalia Ginzburg no hace más que agregar un plus. Son 1024 páginas y 1380 gramos de belleza hecha de papel y palabras.

Una novela que me lleva a la mejor tradición de la literatura escrita por mujeres en el siglo XIX: por su estructura (los títulos de cada capítulo), su temática (el amor y el desamor, la maternidad, la fantasía, las escasas posibilidades de ascenso social, el matrimonio, la sujeción, el patriarcado), sus personajes y personalidades (con su egoísmo, locura, sumisión, extravagancia, humillación), sus ambientes (la pobreza infinita y la riqueza heredadas, las casas miserables y los palacios; Italia) .

Si con La historia Morante me había conquistado, con Mentira y sortilegio puedo decir que soy su devota lectora.








Elsa Morante. Mentira y sortilegio. Lumen, 2017 (1948)

Resumen de la editorial:
Imaginemos un apartamento grande, lleno de baratijas y vacío de vida. De repente, asoma el rostro de una mujer: es Elisa, una joven huérfana, que vive rodeada de novelas de aventura y sagas trufadas de héroes y doncellas. Decidida a poner por escrito la historia de su familia, Elisa convierte a su madre Anna, a su padre Francesco, al primo Edoardo y a una generosa prostituta de nombre Rosalía en personajes de leyenda. Así, unos seres en realidad anodinos, patéticos incluso, se transforman en hombres y mujeres dignos de mil locuras, y lo que podría ser una comedia costumbrista es una grandiosa tragedia. Además, Elisa ya nos advierte en las primeras páginas de la novela: «Aunque ustedes, queridos lectores, encontrarán en estas líneas a más de un personaje contagiado por el morbo de la imaginación, sepan que ya han conocido al enfermo más grave, pues aquí me tienen: soy yo, Elisa».
Hija del desprecio, esa mujer de largas trenzas y rostro pálido ha heredado de sus padres un enigma, y a ese enigma se añaden el miedo y la mentira, que fabrican amores apasionados, hijos ilegítimos y matrimonios infelices. Para comprender tanta locura, la joven fantasea y recuerda; luego escribe y lleva al lector a una pequeña ciudad del sur de Italia a principios del siglo XX, un lugar y una época en que la libertad de las mujeres estaba en manos de padres, maridos y amantes.


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Triste, solitario y final. Osvaldo Soriano


"Cuando yo escribo, se llena de gatos el lugar donde yo estoy", dice Osvaldo Soriano en la entrevista que comparto más abajo. Tenía una relación que él definió como "mágica" con los gatos y fue uno de ellos el que le dio la clave para esta novela.

Triste, solitario y final es la marca del ingreso de los libros "de grandes" a mi casa. Del diario Página 12 y de revistas políticas como Humor o más adelante El Periodista.

Mi paso de la niñez a la adolescencia lleva el sello del Gordo, y su relectura y esta novela en particular me transportan a tiempos difíciles pero más felices. Es porque entonces, el Gordo estaba entre nosotros.






Osvaldo Soriano. Triste, solitario y final. Bruguera, 1983 (1974)

Resumen de la editorial:
Triste, solitario y final es una celebración de la literatura y el cine, un libro regocijante y piadoso, lúcido y cruel, que se alza con vuelo propio desde los límites de la ficción: la tumba de Stan Laurel en Forest Lawn y el poético paseo de Raymond Chandler por una playa de Bay City son los sugestivos extremos de de una obra cuyas claves describen -y añoran- una armonía ausente.

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La transparencia del tiempo. Leonardo Padura


Nueva novela protagonizada por Mario Conde donde recorremos Cuba de la mano de un cubano: la turística, la de los que viven con las eternas carencias del bloqueo, y otra muy miserable que Conde descubre y nos descubre.

La trama detectivesca está bien, la intriga se sostiene y, como es costumbre en Padura, a medida que pasan los libros y los años de Conde (y vamos envejeciendo sus lectorxs también) nos adentramos en preguntas y búsquedas "existenciales" de toda una generación.

Como en otras novelas de Padura, se intercalan capítulos en los que se va atrás en los siglos, en este caso hasta los templarios, para demostrarnos que la historia nos atraviesa, pero que "la vida es más ancha que la historia".













Leonardo Padura. La transparencia del tiempo. Tusquets, 2018

Resumen de la editorial:
A un Mario Conde a punto de cumplir sesenta años, y que se siente más en crisis y más escéptico que de costumbre con su país, le llega de manera inesperada un encargo de un antiguo amigo del instituto, Bobby, que le pide ayuda para recuperar la estatua de una virgen negra que le han robado. Conde descubre que esa pieza es mucho más valiosa de lo que le han dicho, y su amigo tiene que confesarle que proviene de su abuelo español, que, huyendo de la Guerra Civil, la trajo de una ermita del Pirineo catalán. En los bajos fondos de La Habana, Conde da con un sospechoso al que acaban matando. Con el asesinato de otro cómplice, Conde descubre una inesperada trama de galeristas y coleccionistas extranjeros interesados en la talla medieval, y se tropieza inevitablemente con la policía de homicidios de La Habana. Pero, en capítulos intercalados, La transparencia del tiempo también cuenta la epopeya a lo largo de los siglos de la estatua, una virgen negra traída de la última cruzada a una ermita del Pirineo por un tal Antoni Barral, y será otro Antoni Barral quien la salve y se vea obligado a embarcar como polizón rumbo a La Habana.


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El talento de Mr. Ripley. Patricia Highsmith


Agobiada por el calor, releo después de muchísimo tiempo el primer libro de la saga Ripley. Recuerdo haber leído los cinco en distintos ejemplares de la querida Biblioteca Sarmiento. Y estoy tentada de volver a todos ellos.

Qué decir de El talento de Mr. Ripley que no se haya dicho... es que a mí la novela negra me encanta, y si además se detiene en los devaneos psicológicos de los protagonistas, mucho mejor. Eso hace que vaya creciendo en mí una empatía que, si lo pienso friamente, debería espantarme. Sentir empatía por Tom Ripley no suena muy bien, pero lo logra una maestra del suspense como Patricia Highsmith.

Patricia Highsmith. El talento de Mr. Ripley. Sol90, 2004 (1955)

Resumen de la editorial:
La gris apariencia de Tom Ripley esconde una personalidad atormentada por la insatisfacción que le procura una vida anodina y convencional. Pero el encuentro casual con un rico empresario, obsesionado con que su hijo ponga fin a sus vacaciones en Italia y regrese al redil familiar, colocará a Tom Ripley en el punto de partida de un camino cuya estación término es el asesinato.
Indiferente ante el sufrimiento ajeno, ególatra enfermizo, el personaje de Tom Ripley es una de las creaciones más brillantes y perturbadoras de la genial escritora estadounidense Patricia Highsmith.
El enorme éxito de este libro, publicado en 1955 y llevado al cine por vez primera en 1960, hizo que Highsmith escribiera varias secuelas novelescas con Tom Ripley como protagonista.


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Mujercitas. Louisa May Alcott


Vuelta a mi infancia con esta relectura. La saga de Alcott fue la primera que recuerdo haber leído libro tras otro. Encontré sólo dos de ellos, quién sabe dónde habrán quedado los demás después de tantas décadas.

Volví a él después de Simone de Beauvoir y el relato de su infancia. Es lógico que a muchas mujeres nos haya marcado esta novela sencilla, "de chicas", como también es lógico que admiráramos a Jo.

Hubiera querido leer esta nueva edición, pero son tiempos de bolsillos flacos.





Louisa May Alcott. Mujercitas. Gradifco, 2008 (1868)

Resumen de la editorial:
Mujercitas es una historia pequeña y placentera. No relata grandes hazañas ni heroicos acontecimientos. Es la íntima y sencilla historia de cuatro hermanas que juntas recorren el camino para transformarse de niñas en mujeres, un camino duro y dificultoso que les va mostrando las tristezas, pero también las alegrías que la vida puede ofrecerles. Rodeadas del afecto y de la compañía de sus seres queridos, las mujercitas van sorteando, sufriendo y superando los distintos altibajos con los que el mundo las enfrenta.

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La historia. Elsa Morante


Mientras la Historia (esa a la que le ponemos unas mayúsculas por convención, para oponerla a la que va con minúsculas, la que no se discute en las academias) transcurre, la historia se vive. Con esta simpleza construye esta monumental novela Elsa Morante. Porque aunque sea reiterativa, la Historia atraviesa nuestras historias, que es lo mismo que decir, que lo personal es político, y viceversa.

La estructura de cada capítulo se inicia con un breve racconto de lo que sucede en Europa entre 1941 y 1947. La Historia. Luego viene la historia, esta microhistoria atravesada por la Historia que nos regala Elsa.

Como se cuenta en el prólogo, quiso escribir una novela que se vendiera a precios populares, para que fuera leída por la gente común, por los “analfabetos”. Esas víctimas de la Historia que en sus historias no se reconocen como tales.

El relato es a momentos de una crudeza insoportable en el derrotero de los personajes principales y laterales. Pero no hay párrafo en el que no se pueda leer algo que, por no encontrar mejor palabra, defino como ternura.

Sé con certeza que Elsa Morante ya me conquistó, como lo hicieron la guerra, la posguerra, las mujeres y la Italia de Natalia Ginzburg. Como aprendí con ella, yo soy con la H(h)istoria.















Elsa Morante. La historia. Lumen, 2018 (1974)

Resumen de la editorial:
Un día de enero de 1941 un soldado alemán callejea por el barrio de san Lorenzo de Roma, y en ese caminar sin rumbo, con unas copas de más en el cuerpo, el joven se topa con Ida, una maestra viuda y madre de un hijo, que vuelve a casa después del trabajo. Vemos a una mujer de mirada sumisa y caderas anchas que no invitan a la seducción, pero el tiempo apremia. Al día siguiente el soldado se irá para siempre y cualquier abrazo le vale. El hombre sigue a Ida hasta el piso humilde que ella comparte con su hijo. La viola, luego sonríe como disculpándose, fuma un pitillo, se marcha y nunca más sabremos de él. De este acto brutal nacerá un niño, y la historia de la familia de Ida va a llenar las páginas de una novela que aún proyecta una luz intensa en la realidad de hoy. Ida y sus hijos no son partícipes en primera persona de la guerra que asola Europa, y ni siquiera tienen el valor de declararse víctimas: son comparsas, animales tristes que muestran su miseria sin reprochar nada a nadie. Sin embargo, las palabras de Elsa Morante, su modo de escribir tan visceral y próximo, los rescata para siempre y nos los entrega más vivos que nunca. Ella es la cronista de una historia sin Historia, y su mirada no es piadosa porque no necesita serlo. Ida, Useppe, Nino: basta con acompañarlos para no olvidar.
«Como novelista y como lectora, lo que he sentido leyendo La historia es una profunda gratitud hacia Elsa Morante»
NATALIA GINZBURG


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